Partimos desde cero en esta ocasión y compramos para nuestra vivienda habitual un espacio con una superficie útil de 53 m2, sin tabiques y sin ninguna instalación eléctrica o de agua. Era un espacio no habitable y no acondicionado.
Sin ninguno de los servicios mínimos instalados (gas, electricidad, agua…), ni siquiera puerta de entrada, aislamiento o suelo, nos propusimos convertir dicho rectángulo oscuro y vacío en un hogar bonito y acogedor.
Tras tomar medidas, realizamos varios bocetos en 3D, lo que nos facilitó la elección de la distribución final; una vivienda de dos habitaciones, un baño completo, un aseo y una zona común abierta donde ubicar la cocina, el comedor y el salón.
Para la construcción utilizamos materiales de gama alta e invertimos gran parte del presupuesto en mantener la vivienda a la temperatura ideal gracias a un buen aislamiento de fachada, instalación de suelo radiante y sustitución de las puertas, ventanas y cerramiento antiguas por unas de alto nivel de aislamiento térmico y acústico.
Desde el principio supimos que esta vivienda tenía magia. Por eso insistimos en que todo el mundo viera lo que nosotros vimos y sentimos al entrar el primer día.
Revestimos una viga de refuerzo de acero con madera de derribo, escogimos una puerta principal de madera maciza hecha artesanalmente y transformamos el patio interior en desuso en un espacio acogedor donde poder relajarse.